Anécdota rolera: La decisión de Dunkel

Aquella noche eramos tres jugadores y un master dándole al juego de rol de warhammer. En esa partida éramos elfos oscuros, lo que quiere decir que habíamos hecho elfos normales pero cabreados, con actitud edgy (sasukeniana) y con nombres del mismo rollo. El hermano del master se llamaba Skullscythe, yo me llamaba Vile y nuestro buen amigo "N" se llamaba Dunkel.

Habíamos sido reclutados como carne de cañón para invadir una base de enanos, así que tras intentos fallidos de robo de botes en la galera, vanas pretensiones de escape del campamento con posterior castigo en forma de latigazos (pues sólo coló la excusa de que en realidad intentábamos robar comida), nos encontramos en contra de nuestra voluntad en medio de una batalla.

Intentando escabullirnos de aquel berenjenal, Dunkel cayó por un agujero que resultó ser un túnel hacia el interior de la fortaleza. Iba directamente a una biblioteca en la que había unos planos, y en estos se veían pasadizos secretos y otros elementos secretos que Skullscythe decidió mostrar al comandante Malus. Eso hicimos.

El comandante estaba muy contento con nuestros descubrimientos, así que como regalo, nos permitió ir con el para infiltrarnos en uno de los recovecos escondidos de aquella bastión. En concreto, uno que llevaba a un lugar donde había un gran tesoro.

Cuando llegamos al lugar, resultó ser que el gran tesoro era un portal por la que se podía ir a cualquier sitio, o eso decían las escrituras de las piedras que lo conformaban. El comandante Malus propuso que lo destruyéramos para que los enanos no pudiesen huir mientras que Skullscythe y Vile (yo) decían que debíamos utilizarlo para escapar (en voz baja, de manera que Malus no lo pudiera oír). No obstante, en ese momento, Dunkel hizo acopio de sus incomparables habilidades de persona inoportuna y disparó al comandante con su ballesta.

El elfo entró en cólera y comenzó a atacarnos. Sólo podíamos esquivar e intentar dispararle con arcos y ballestas, pues él era muy habilidoso con la espada, por lo que era imposible para nosotros hacerle ningún daño sólo con nuestras manos.

Entonces, le grité a Dunkel que usara algún hechizo suyo, así que este, sin saber del todo sus posibilidades, lanzó una mirada de perrito triste al master, esperando piedad y consejo.
- Bueno... -comenzó a decir el master- tienes un amuleto mágico que puedes utilizar como catalizador para un ritual, así que con el suficiente tiempo, podrías hacer algo tocho.

Skullscythe y yo le dijimos que no se preocupara mientras ganábamos tiempo. Los turnos pasaban mientras que Dunkel fallaba tiradas y algunas las acertaba, este se esforzaba en preparar un ritual para inhabilitar al comandante durante unos segundos.

Se nos habían acabado los proyectiles así que nuestras ballestas eran inútiles. Esquivamos de manera patética e intentamos acertar estocadas a nuestro enemigo, pero sólo conseguimos más heridas. Nuestras energías se acababan y Dunkel sudaba, nervioso por la presión a la que estaba sometido.

Tras una tirada especialmente buena de Dunkel master dijo:
- El hechizo está listo.
- ¡Hazlo ya! -gritamos poco antes de que nuestras espadas se rompiesen.
- No puede, necesita hacer un sacrificio.

Fue en ese preciso instante, que Dunkel dio una respuesta que hizo que todos, incluyendo al comandante, parásemos el combate y soltáramos un confuso "¿Qué?".
Dunkel había dicho, preso por la desesperación de no saber que hacer:
- Sacrifico a Vile y a Skullscythe.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Anécdota rolera: el minotauro

Lore de mis relatos: La noche del colibrí