...

Ágil y astuto se mueve entre los árboles mostrando las llamas que le cubren. Escurridizo ser que se esconde ante el susurro del viento que acaricia el verde tejado, que se aleja del río y desaparece con el cantar de fugaces alegrías.

Grácil criatura de mirada de ámbar que aparece tras la tempestad, augurando su regreso. Invisible bajo el llanto de los dioses mas presente cuando estos tejen su manto de pureza sobre nosotros. Muévete libre bajo el blanco guardián de capa estrellada y entra y sal de mi hogar cuando te plazca, pero haz de irte, pues no eres más que una máscara de aquello que duerme.

Y no estarás cuando el alma se aflija, cuando el cálido abrazo de la mañana se alce en el horizonte, cuando el mar se junte con la tierra; cuando las miradas se encuentren.

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