Relatos del fin. 1


Rodeada por la más abisal de las oscuridades, donde ninguna luz podría llegar, una criatura aletargada, sellada en un sueño eterno, escuchó algo. No era más que un leve susurro proveniente de otro lugar, inalcanzable como el tiempo mismo, y aún así, fue suficiente.

Sus ojos, ahora abiertos, sólo podían ver una luz que se colaba por un agujero en la realidad de esa prisión de carencia. Y por este agujero, caía una pequeña criatura en la oscuridad. Gritaba, pero también era feliz pues su objetivo estaba siendo realizado. Su certeza se debía a que podía ver los ojos del monstruo aproximándose para devorar a su primera presa en eones. Y así, el fin de los días humanos dio comienzo; con esta persona abrazando su destino.

Después de ello, el monstruo fue hacia la luz tomando la forma de su víctima, haciendo que le vínculo que había creado con esta le permitiese llegar a su mundo, Y se arrastró fuera de las tinieblas; sintió la luz y la calidez de un dios llameante que sobrevolaba bajo un manto azul que cubría aquel nuevo mundo. El monstruo supo que debía devorarlo todo y ni siquiera el dios brillante le podría detener.

Se dio un nombre y abrió los ojos de su nuevo cuerpo, que poseían un color que ningún humano podría siquiera soñar a distinguir. Su destino estaba escrito y el de todo aquello que debía devorar también.

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