Anécdota rolera: fuego con fuego

En esta historia estaba yo como master. "D" y "N", llamados Malus y Nefarius respectivamente, estaban en un mundo de fantasía, intentando conseguir tesoros para crear su propio reino. El terreno para el primer pueblo ya lo tenían, pues habían dejado morir a los habitantes. Estos estaban siendo atacados por criminales armados así que no tenían ninguna oportunidad.

Malus y Nefarius aprovecharon que los aldeanos habían luchado con todo lo que tenían contra los criminales acabar con los enemigos restantes. Los enemigos estaban heridos, así que ganaron con relativa facilidad. No obstante, después de la carnicería, resultó ser que los aldeanos habían pedido ayuda al rey, que tardó demasiado en enviar a un escuadrón. Con una tirada más que nefasta para ambos, el capitán que lideraba ese grupo llegó a la conclusión de que esos dos extraños heridos y cubiertos de sangre eran los responsables de aquella masacre.

Encadenados, vapuleados y apaleados, Malus y Nefarius fueron trasladados ante el rey, al que parecía importarle más bien poco sobre las vidas de los aldeanos. Su mente estaba centrada en que había encontrado a los guerreros perfectos para recuperar su corona.

Tras mucho negociar, el rey accedió a dar un título nobiliario a los dos, junto con las tierras que ellos habían decidido tomar. El rey tenía la intención de asesinarlos una vez que e diesen la corona, así que en teoría no iba a perder nada. Por su parte, Malus y Nefarius querían convencer a los que robaron la corona de que les siguieran y, haciendo una puñalada trapera, dar un golpe de estado y reclamar el trono.

Cabe decir que con dos jugadores como ellos, para que la partida fuese amena para todos, tenía que hacer ese tipo de master que va en contra de los jugadores. Obviamente tenía mis límites, pero en cuanto a historia, aquello sería muy difícil si me dejaba camelar por esos dos. Continuemos.

El viaje hacia el campamento de los bandidos ladrones de la corona fue más duro de lo que pensaban. Hubo trampas, atracadores, un oso que mató a los caballos y una cueva en la que había una hechicera a la que terminaron matando porque los quería echar de su propiedad. Tras muchas penurias llegaron al asentamiento que andaban buscando. Decidieron infiltrarse al ver a tanta gente.

Malus y Nefarius se llevarn la corona con extrema facilidad. Simplemente fue llegar a la tienda más grande y cogerla, haciendo caso omiso de una sensación en sus cogotes. Alguien los estaba esperando, ofreciendo la corona sin ejercer ninguna resistencia, pero esos dos simplemente se fueron directamente a la ciudad en la que el rey los esperaba.

El rey les dio la bienvenida con las manos abiertas, mientras que las fuerzas armadas y sus alabardas empujaban a los dos aventureros fuera de la sala. Ellos no se iban a rendir, así que intentaron escabullirse por el techo y atacar al rey desde arriba. No obstante, alguien había tendido una trampa al monarca. La corona estaba embrujada y el líder de os bandidos había puesto un hechizo que consistía en que el artefacto expulsara un miasma letal. Todos los soldados de la sala murieron al cabo deunos pocos segundos ante los ojos horrorizados del rey. 

Los dos aventureros vieron su oportunidad para arrebatar los tesoros a la familia real, pero cuando entraron en la sala, los muertos comenzaron a levantarse, con quejidos, gruñidos y gemidos de ultratumba. Malus propuso pelear hasta la muerte, pero fue convencido por Nefarius de correr hasta que no tuvieran piernas. Al salir, se dieron cuenta que a los cadáveres afectados por el miasma, los invadía una energía que les devolvía la vida, pero a medias, pues lo único que querían era destruir todo a su alrededor.

A los pocos días, Malus y Nefarius vieron cómo el reino caía a manos de los muertos. Pensaron que si no había gente a la que gobernar, no tenía ninguna gracia, así que urdieron su plan final.

Buscaron un culto que adorase un dios que pudiese ser invocado, se unieron a dicho culto, y tras ganarse la confianza del líder haciendo algún que otro recado, le preguntaron cómo hacer para invocar a su señor. El maestro les dijo que había una manera de abrir la puerta al mundo de los demonios, pero se requería la sangre de mucha gente, y ellos no habían podido nunca reunir a tanta gente.

Los dos aventureros sugirieron hacer una reunión de todos los miembros para invocar a los demonios y acabar con la amenaza de los muertos, pero cuando todos estuvieron reunidos, Malus y Nefarius los mataron a todos. No quedó ninguno sin desangrar.

Funcionó. El portal que daba al mundo de los demonios se abrió y seres extraplanares de aspecto horroroso y nauseabundo salieron de aquella apertura en la realidad. La guerra entre los demonios, los muertos y los vivos había comenzado, sumiendo al mundo en un caos como nunca se había visto.

- Muy bien -dijo Malus-. Ahora sólo queda esperar.
- ¿Tu crees? -inquirió Nefarius- a mi me está empezando a parecer una mala idea.

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