La bruja Ukana


Hace mucho tiempo existió una persona llamada Ukana. Una niña que se perdió en la selva durante días, para ser encontrada en una cueva con una manta y un medallón. Era demasiado pequeña para hablar, así que nunca se supo que había pasado en esos días, pero ella nunca se deshizo de dichos objetos.


Esta creció para ser la mejor cazadora, la mejor corredora, la más fuerte y la más astuta de la tribu, y por ello, los demás la envidiaban.

En una ocasión, una señora que la odiaba por lucir mejor las vestimentas de cacería le dijo que debía encontrar para ella una fruta muy específica, pues era necesaria para hacer un tinte de un color hermoso. La mujer se había ahorrado decirle que esa fruta no existía, y que no todos los colores que se veían en el arcoíris estaban al alcance de las manos de los mortales. Esta casi montó en cólera cuando Ukana volvió con unas bayas que permitían hacer el color púrpura, lo que hasta ese momento era imposible.

En otra ocasión, unos cazadores que envidiaban la gran habilidad de la chica para cazar, le mintieron diciendo que se estaba acabando la comida, y que era necesario cazar algo muy grande para poder alimentar a toda la tribu. La enviaron a por la criatura más grande que conocían, pero cuando esta volvió, pidió ayuda para que la ayudaran a traer al gran peludo. Fue necesario que toda la tribu moviese el asentamiento hasta la bestia, pues esta era demasiado pesada. Los cazadores habían sido humillados, pero no podían hacer o decir nada, al haber enviado a Ukana a realizar una tarea imposible. Tampoco se sentían en posición de odiarla, pues ella había llevado una cantidad exagerada de carne y pieles sólo para beneficiar a la tribu, que a fin de cuentas era lo más importante. Y aunque ella dijese que el gran peludo había fallecido por vejez, nadie le creyó.

Poco a poco, las hazañas de Ukana terminaron siendo historias que se contaban a los niños. Decían que ella había descubierto una cueva detrás de una cascada en donde las estrellas brillaban y se movían. Decían que el dios de la tormenta le dio un peludo con dientes de regalo. Y así, tras muchas historias, le llamaron “la bruja Ukana”.

No faltó mucho para que la idea de robar el amuleto que la ahora mujer llevaba siempre encima apareciese en las mentes de aquellos que la envidiaban. “la bruja Ukana recibe su poder de ese medallón” decían, así que una noche entraron en su choza y hurtaron el artículo supuestamente mágico. Estas tres personas se fueron de la tribu para nunca volver.

Ukana estaba devastada. Aquel medallón era un objeto que ella había guardado desde que era niña, pues cuando se había perdido, una persona envuelta en pieles de animal le dijo que podía desear lo que quisiera, y ella deseo ser afortunada. La persona le dijo que todo tenía un precio, por lo que ella sería afortunada, pero estaría sola. Por esto, con el paso de los días, sintió como si el peso del mundo no descansara en los hombros de una sola persona. Se dio cuenta de que amaba a su tribu, y que las personas a las que había ayudado le devolvían el sentimiento. Ukana sintió el cálido abrazo de la familia al haberse deshecho del medallón, pero sus historias increíbles nunca cesaron, pues no hacía falta suerte si se tenía actitud.


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